viernes, 18 de abril de 2008

Rara esperanza que me invade el cuerpo.

Abril me esta dando la fuerza que tanto ansiaba. Aquella que parecía ya olvidada.
El invierno ya pasó dejando atrás una época de desconcierto y confusión que siguió desencaminándose hasta hace bien poco. Aclaradas ya las ideas, la realidad se me echa encima.
Y sé que debo afrontarla con valentía, sé que debo ser la guerrera que desfila entre las filas de la guerra más cruenta. Ser la madre que nunca abandona a sus hijos. La campesina que trabaja día a día sus tierras.
Tengo que tener bien abiertos los ojos por lo que pueda pasar. Y ser precavida con lo mío.
Por el momento, me quedaré en la resistencia, defendiendo mi terreno. Más adelante, todo dependerá del camino que escojan ellos. Porque el mío ya esta estudiado. Ahora mismo, mi felicidad depende de una sola persona. Y de cierto modo, esa persona será la que elija si considera oportuna concedérmela o no.

Esa es mi situación, y ya he aprendido a aceptarla.
Por otra parte, me siento capaz. Sí, capaz de realizar ciertas cosas que antes no me habían pasado por la cabeza. Capaz, y con ilusión de empezar de cero. Solo falta fijar el momento.
Darlo todo, por cada partícula que pase a mi alrededor. Por cada detalle, por cada polilla.
Salir a la calle a tomar el sol. Aunque vaya sin rumbo y sin dirección.
No importarme con quien salga a la calle, y disfrutar a cada momento.
Dejar de lado mi amor por ella [sin poderla olvidar], y sonreír al mundo de lado a lado.
Aunque no hayan motivos, aunque no hayan sonrisas.

*Mirar las estrellas y ver en ellas un nuevo camino por recorrer. Jugar sin descansar, y mirar a la cara a todo el mundo. Sentirme bien, conmigo misma.*

Y recorrer el jardín de los sueños que aún quedan por vivir.

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