domingo, 7 de octubre de 2007

Él, y ella.

Él, corría sin cesar de un lado a otro de la cubierta. Uno a uno, los cuerpos de los piratas caían al suelo, inertes, tras ser atravesados por su espada de hielo.

Lo habían dejado solo, todos sus compañeros estaban muertos ahora. Su gran habilidad con la espada había sido su salvación hasta el momento. Estaban por todas partes, a todos lados había espadas afiladas. Cansado, decidió terminar con todo aún sabiendo que lo que iba a hacer a continuación cobraría las consecuencias después.
Cerró los ojos por un instante, se concentró y pronunció las palabras mágicas.
En la punta de su espada se concentró una bola de energía, que, de inmediato cogió tamaño hasta estallar y provocar una onda expansiva a su alrededor. Todos los piratas murieron al instante.
Él, cayó de rodillas al suelo, y se tapó con las manos la venda que cubría sus ojos.
No le dio tiempo a relajar sus músculos, cuando, con un movimiento brusco logró parar el golpe de la espada que le atacaba por detrás.
Se giró y se levantó de golpe para seguir correspondiendo los ataques de su adversario. Era rápido, ágil, y sigiloso. Difícil era predecir cada uno de sus movimientos.
Él, no podía verlo, se había quedado ciego tiempo atrás. Estaba cansado, exhausto y débil, no aguantaría por mucho tiempo.
Cada vez se le hacía más difícil parar sus golpes, y parar su espada.
Hasta que en uno de los pasos su espada cayó al suelo, y su adversario giró su cuerpo velozmente hasta quedar posicionado detrás de él, y pasó una daga afiliada por su cuello. A él solo le dio tiempo de clavar medio filo de un cuchillo, que guardaba en el gemelo izquierdo, sobre el muslo derecho de éste.
Quedaron los dos en una posición extraña, y ninguno fue capaz de moverse.
La parte frontal del cuerpo del adversario estaba apoyado en su espalda, y pronto pudo sentir dos senos rozando su piel.
Era, sin duda, una mujer.
Algo la incomodó, por lo que dijo:
-¿Quien eres? ¿De dónde eres?
Al oír su voz, se quedó helado. ¿Cuánto tiempo hacía desde que la vio por última vez, cuando aún podía ver? ¿Qué había sucedido desde entonces? ¿Cómo, el tiempo había cambiado su rostro, y cuerpo? se quedó en silencio durante unos segundos hasta que el frio filo de la daga rozó su cuello de nuevo.
-Sólo soy un humilde mago que vaga a la deriva sobre éste océano. Como verás soy el mismo de antes.-una risa pícara asomó por sus labios.

Ella, asombrada por cómo éste había cambiado en tanto tiempo, (tanto que no lo había reconocido), dejó su cuello libre de toda daga y se fundió con él en un fuerte abrazo.
Nunca más se volverían a separar, nunca más sus espadas se juntarían.

Él la besó, ella se dejó llevar por la pasión.

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