Hoy siento que la vida me da otra oportunidad.
La tormenta ha pasado, dejando tras de si su estela, pero aún así yo sigo viva. No pudieron conmigo. Aquellos caballeros, esos soldados tan cercanos que amenazaban con quitarme la vida, no lograron traspasarme con sus lanzas. No pudieron atravesar mi piel, dura como el cemento. Ni me lastimaron, ni siquiera llegaron a tocarme.
Ahora me rio, del poder que parecían poseer, me rio de sus expresiones de guerra y violencia, de sus ganas de machacarme. Hoy, eres testigo de que resurjo de mis cenizas, aquellas que el fuego quemó, y las mismas que hoy vuelven a elevarse en alto y a constituirme de nuevo. Me levanto, siempre en pie, y grito al cielo que aquí estoy, y que no pararé aunque todo el mundo entero se empeñe en destruirme.
Nunca más caeré, ya es demasiado tarde para eso.
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