jueves, 25 de septiembre de 2008

La libertad no existe como tal, su ilusión es la que nos engaña.

Ser libre no implica serlo únicamente en lo físico, sino también en lo moral.
Llamémosle moral, alma, consciencia, Alter ego o como se quiera. A efectos practicos, viene a ser lo mismo.
Todos llevamos algo dentro, algo que se mezcla con el plano oraganico y material, algo abstracto que condiciona a nuestro cuerpo. Es lo que, por ejemplo, nos diferencia de una planta. Ese ser irracional que genera pensamientos, que manipula información constantemente, supera grandes verdades de todo orden.
Es idiota pensar que se es libre cuando no se es realmente. Cuando nuestra parte inmaterial está encarcelada por cadenas que ella misma se impone. Ya sea por razones interiores como por razones exteriores.
Somos nosotros, nuestra consciencia, la que nos juzga y se hace verdugo de nuestro cuerpo, la que nos aprisiona y nos tortura sin piedad. Es la consciencia la encargada de que nada quede en el olvido, la que nos recuerda cada uno de nuestros pecados. Quienes somos, y qué somos.

Con todo, la única verdad aquí es que la libertad absoluta no puede existir. De hecho no existe.
Nos aferramos a sus representaciones, ilusiones, ideas vagas de lo que pudiera ser.

Pero, en realidad, jamás podremos tocarla.

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