Ya llegó la primera linea del frente. Ya llegaron los primeros demonios.
Los combatí, con toda mi alma y fuerza, y los superé.
El campo de batalla se alzaba amenazador, el sudor recorría nuestras nucas hasta bajar por las espaldas. No hubo descanso, ni momento de vacilación alguno. Los demonios se mostraron firmes, inquebrantables, pero nosotros fuimos mucho más astutos, y gracias al amuleto, supimos vencerles sin problema alguno. La primera linea ya ha caido, pero todavía queda la segunda, la más ardúa. Y no debemos aflojarnos, ni vernos intimidados por ello. Les superarmos como lo hicimos con la primera, así tenga que pagar con sangre.
Ya queda poco, ya queda menos. Apenas un suspiro de descanso, apenas un soplo de vida antes del gran final. No se quedarán conmigo, no me vacilarán. Y por más que se muestren invulnerables, yo los desgarraré uno a uno si hace falta. Elevaré mi lanza, y se la mostraré a las hadas y a los dioses para que me den fuerzas, para que esten de mi lado.
Llevaré mi amuleto siempre encima como símbolo de victoria, y le cantaré a la luna y a las estrellas para que me den la energia que tanto necesito. No vacilaré segundo alguno para vengarme por lo he estado pagando hasta ahora. No desperciciaré ni una solo milecima de segundo en darles una oportunidad para golpearme.
No llegarán ni siquiera a tocarme.
Y eso siempre lo he sabido.
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