Unas notas que te teletransportan al sitio y a la hora exacta.
Una melodía que te recuerda lo que un día fuiste, sin capacidad de dar marcha atrás, modificar los errores que cometiste.
Y entonces, ahí está. Aquella chica, la que no se olvida. Porque se puede aprender a vivir sin esa persona que tanto te hizo sentir, pero nunca olvidar. Y te ríes pensando en todo lo que has aprendido y no volverás a consentir. En todo lo que has vivido, y en lo que te queda. Y te das cuenta que fue el mejor final.
Todo empieza con una canción.
Y esa persona que permanece presa de tus pensamientos.
Que no se va, que te persigue en sueños.
Pero luego te aburres de esa canción, y llega otra, y vuelve a suceder lo mismo.
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