No te conozco, ni tú a mi.
Pero te veo, me miras, y nos guardamos el secreto.
Nos hemos hecho confidentes de las miradas que nos lanzamos, de las palabras que no decimos, y del miedo helador que compartimos en soledad.
Te miro, me miras.
Lo sabes, yo lo sé.
Pero no puedes, ni yo, soltar la primera palabra.
Me giro, te giras.
Y se vuelven a cruzar nuestras sonrisas.
Miradas que hablan más que las palabras, que desnudan, que acarician tu cuerpo hermoso.
Me piensas, te pienso.
En silencio, la imaginación vuela hacia ti y te desvela.