Estábamos en un bosque, un bosque en el que nunca habíamos estado antes. Eramos cuatro. Andábamos en busca de algo, no sé exactamente el qué. La visión esta todavía borrosa en mi mente. No sé muy bien que haciamos allí, ni como habíamos llegado, ni siquiera qué pintabamos nosotros cuatro en medio de la nada.
Pasó el tiempo, no se muy bien cuanto, y de repente, nos encontrábamos en su casa, de madrugada, jugando a las cartas.Estuvimos primero en su habitación hablando, de algo que no consigo recoradar... Luego, nos dirigimos a la sala de estar, donde nos acomodamos en el gran sofá. Había una otro sofá, más pequeño a la izquierda, y una mesita baja en medio de la sala. La televisión estaba apagada. Las luces encendidas. Ella estaba de cierto modo encima mía, no se muy bien cómo, ni con qué postura exactamente. A continuación, pasaron varias cosas, bastantes cómo para que pasara el tiempo lentamente. Y seguidamente, me preguntó algo, no puedo reconstruir la pregunta exacta, pero fue algo como: ¿No se lo has dicho todavía a nadie? Me quedé mirandola, como si sus palabras fueran irreales, como si hubieran salido de la nada, así, atacando. Le contesté con la verdad por delante, solo se lo había contado a tres personas, de las cuales, ella se encontraba. Nuestros ojos se cruzaron de nuevo. Sentí algo extraño, como si de repente, no debería estar alli, como si todo fuera un cuadro pintado, en el que yo no estaba. También me sentí dolida, porque sospechaba que mi respuesta no le había agradado, eso lo noté por la forma en la que me miraba, con cara de perplejidad.
A continuación, creo que me preguntó algo más, de lo que tampoco me acuerdo. Y luego..., luego sucedió algo que todavía hoy me deja en estado de shock.
Nos miramos, esta vez, nuestros ojos se mantuvieron firmas. Nuestros ojos lo revelaban todo. Curvó sus labios, en una postura apetecible. Los miré, emepzó a invadirme el deseo. Igual que supuse que le pasaba a ella. La besé, intensamente. Nuestros labios permanecieron juntos un largo rato. Sentí, sentí como nunca antes había sentido que el corazón se me salía del pecho. Con los cinco sentidos alerta, espectantes. Fue un momento mágico. Por un instante, las dos nos fundimos en una única persona. Una persona clara y real. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Nos separamos por un segundo, que me pareció eterno. Nos miramos de nuevo, y tras el mismo gesto de antes de ella, la volví a besar. Esta vez, con mayor intensidad que antes. Nuestros latidos se acompañaron, nuestras mentes pensaban en lo mismo. Sentíamos lo mismo. -Aquella sensación... que nunca más volverá- pensé.
Y ahí nos quedamos, un largo tiempo, juntas.
Y cuando nuestros labios se volvieron a separar, desperté. Era un sueño. Un sueño, demasiado real para ser un sueño solamente, pero a fin de cuentas, un sueño como cualquier otro. Me incorporé en la cama, y puse mis manos sobre mis ojos.
Estaba desesperada, por tener solo en apariencias, lo que de verdad deseaba. Por que nada de lo que había soñado era real. Porque ella, en ese momento, debía estar a más de doscientos cincuenta kilómetros, durmiendo placidamente en su cama.
Me derrumbé, pensando que hasta cuando iba a durar esa misma pesadilla.
~ pesadillas de amor ~
jueves, 10 de julio de 2008
Pesadillas de amor.
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